Buceo bajo el casquete Polar (2 de 2)
Nuestro objetivo es ver y grabar a los narvales. Son extrañas ballenas pequeñas cuyos machos adultos llegan a desarrollar un cuerno de casi tres metros. No se sabe casi nada de estos mamíferos. Es más, nos aseguran que apenas 20 personas han buceado con ellos en toda la historia y que seguramente seamos los primeros españoles en hacerlo. Será una tarea muy difícil. Si hay suerte veremos al oso polar cazando ya que este es de los lugares del Ártico donde más abundan junto con Groenlandia. Y ya con muchísima suerte veríamos belugas. Lo primero es localizarlos y después encontrar las condiciones adecuadas para acercarnos con las motos de nieve y lanzarnos a las gélidas aguas a -2ºC con nuestros trajes especiales. Para ello contamos con Thomas, que nos dará toda la cobertura e intendencia. Nos acompaña una familia de inuits. El padre, el hijo mayor, el tercer hijo, otro más de 18 años, y un cuarto de 15 años. Es una familia de 7 hijos y todos los varones trabajarán con nosotros. Hemos alquilado cuatro motos de nieve con unos gigantescos trineos donde llevaremos hasta dos toneladas en alguno de ellos.
Necesitamos mucha infraestructura. Sobre todo para cargar y transportar todo el equipo de submarinismo: compresores, botellas, equipos, plomos… en fin, un pequeño almacén de cosas. Nunca antes he visto tanto despliegue y, sin duda, es la expedición más cara de mi vida. Tardaremos en recuperarnos de este mogollón de “pasta”, aunque las imágenes valdrán la pena, y sobre todo haremos algo espectacular.
Dicho y hecho, nos ponemos en marcha. Yo piloto una de las motos y os aseguro que es difícil esquivar grietas donde, si te caes, hay cientos de metros de profundidad. Os recuerdo que estamos conduciendo sobre el mar helado, pero hay fracturas en el hielo que debemos sortear. Pero claro, llevas a remolque un trineo de dos toneladas, debes acelerar para atravesar las grietas y puede pasar que, de repente, la moto se pare en seco, el trineo te adelante por la inercia y te hagas mucho daño. En una ocasión, el trineo me adelantó y luego dio tres bandazos hacia donde iban mis amigos María March, Oscar, Fernando (al que apodamos Tigre), además de mi amigo y mejor cámara Emilio Valdés. Casi me los cargo. Os aseguro que es muy difícil manejar esta moto de nieve con ese pedazo de trineo. Así navegamos horas y horas por el mar helado: sorteamos grietas, pasamos hielo caótico con mucha dificultad, nos aguantamos el intenso frío de ir sobre una moto de hielo en el Ártico,... en fin un disfrute lleno de tensión y adrenalina.
Es brutal pilotar estas máquinas por el mar helado y durante tantos kilómetros. Te vas alejando del mundo civilizado para adentrarte en la hostilidad del hielo y por lo tanto la autodependencia. Fuera hay osos polares, uno de los mayores depredadores del planeta, al que debemos tener respeto y llevar siempre con nosotros el rifle. Ahora hay que cuidarse de todos los detalles para sobrevivir y no cometer equivocaciones. Estamos muy lejos del último pueblo y vamos a bucear en un mar caótico de hielos y aguas gélidas. Esperemos que todo resulte bien. Ahora debemos seguir nuestra ruta por el mar helado. En la próxima crónica os contaré cómo será el lugar donde llegaremos, la adaptación a este nuevo medio y, sobre todo, si seremos capaces de meternos en esas terribles aguas heladas a filmar este Desafío. No os perdáis la próxima crónica.
Jesús Calleja desde el casquete polar canadiense.