Aclimatación por el valle de los Sherpas
Hola amigos,
Os escribo desde Lukla, donde he llegado hace apenas unas horas. He terminado el primer ciclo de aclimatación, alcanzando los 4.250 metros de altura. Mi idea era llegar hasta los 5.400 metros, pero dadas las malas condiciones atmosféricas, no lo he conseguido.
Aún estamos en época de monzones, por lo que la presencia de lluvia y nieve es muy habitual a estas alturas. Sin embargo, no restan ni una pizca de belleza al increíble valle Solu Kumba. Aquí está el Everest, la montaña más alta del mundo, y también viven los hombres más increíbles que uno pueda imaginar: los sherpas. Son de estatura pequeña y delgados, pero esta etnia del Himalaya puede llegar a cargar más de 100kg a sus espaldas.
Partimos de Namche Bazar, la capital de los sherpas, hasta Thame, para conocer a la familia de Pasang Chiring, mi sirdar, o lo que es lo mismo, jefe de sherpas. Pasang Chiring es muy respetado por toda la comunidad sherpa gracias a su fortaleza e inteligencia. En estos momentos organiza a los equipos de sherpas para alcanzar mi próximo objetivo: El Makalu, la quinta montaña más alta del mundo con 8.463 metros de altura.
La ruta a Thame es espléndida, permite disfrutar de gran variedad de plantación como abetos, pinos, arbustos, así como de un sinfín de crestas montañosas de nieves perpetuas. Estas montañas nacen de las laderas alpinas, entre los ríos Dut Kosi y Bhote Kosi, que se encuentran a 2.600 metros, y se alzan vertiginosamente, sin escalas, hasta los más de 6.000 metros del Thamserku, Ama Dablan, Kantenga, o el Kongde. Tienen una verticalidad difícil de ver en otros lugares. Bosques, praderas, rocas, nieves, hielo... todo se puede contemplar mirando a cualquiera de estas montañas. También se puede disfrutar de toda clase de climas en pocas horas.
En tan sólo tres horas llegamos a Thame, momento en el que se desata una gran tormenta de agua que provoca la aparición de cascadas por todas partes.
Nos alojamos en uno de los hotelitos confortables de mi amigo Sonam, donde nos atienden maravillosamente. Me relajo leyendo un libro a la luz de las velas mientras fuera llueve estrepitosamente. Es un placer, al menos para mí, leer con el ruido de la lluvia de fondo en el Himalaya. Una cena tranquila, tertulia con la gente del lugar y a la cama.
Como es habitual en época de monzones, el amanecer es nublado y con lluvia fina, pero estas condiciones no nos impiden visitar el monasterio de Thame, que según Pasang, es el más importante del Solu Kumbu, y en él reside uno de los Lamas más poderosos.
Llegamos hasta el monasterio tras recorrer durante media hora un sendero precioso que circunda una pequeña loma. Allí nos esperan los lamas, que son 35, y otros once chicos que estudian en el monasterio. Según nos comentan, somos los primeros extranjeros en visitarles esta temporada. Nos llevamos una gran sorpresa, ya que aquel Lama tan poderoso del que Pasang nos había hablado, nos recibe. ¡Y no sólo eso! Nos invita a un té en su sala acogedora de madera, rodeada con grandes cristales, desde donde podemos disfrutar de una vista grandiosa del valle.
Fascinados como casi todos los occidentales por la cultura budista, aprovechamos la ocasión para hacerle una gran cantidad de preguntas, que nos responde amablemente. A mis preguntas complejas, sus respuestas contundentes y sencillas.
Más adelante os contaré alguna de estas respuestas, ya que son de gran interés. Algo tiene que haber en estas montañas del Himalaya para que los monasterios budistas aporten al pueblo tanta sabiduría y ayuda de todo tipo.
Pero como digo, esta es otra historia.