Recuerdo haberme escapado de casa para ir a uno de sus conciertos, a mi madre preguntar extrañada de quién era aquella canción surrealista, 'Colecciono moscas', que me gustaba entonar con voz de ultratumba.
Imitaba a Germán Coppini (Santander, 1961- Madrid, 2013), cantante y alma de Golpes Bajos, aquella banda gallega de los ochenta absolutamente perturbadora y original. Reinaba como ninguna en el claroscuro de la vida con apasionadas letras sobre la amistad o el amor, la religión, el terror casi gótico y el desencanto.
El cuarteto vigués que integraron junto a Coppini, Teo Cardalda (teclados), Luis García (bajo) y Pablo Novoa (guitarra) apenas duró cuatro años. Sin embargo en su corta vida nos hicieron disfrutar a fondo de un torrente melancólico envuelto en afinaciones y atmósferas desconocidas hasta entonces en el pop español.
Y aunque la nostalgia no es siempre bienvenida, es más que justo el homenaje que Iván Ferreiro (Nigrán, 1970) les dedica en el álbum Cena Recalentada (Warner, 2018), que toma el título de uno de los clásicos incluidos en A Santa Compaña (Nuevos Medios, 1984).
Novoa, García y Cardalda colaboran en el álbum de versiones de Ferreiro. Recorre el disco la admiración por esta banda deslumbrante que arrastró desde la periferia norteña a una cofradía de seguidores enloquecidos. Era hora de volver a escuchar la guitarra de Novoa en el comienzo arrebatado de 'Escenas Olvidadas' y de comprobar que la tierra no se ha tragado a los bajistas españoles: Luis García sigue estando en lo más alto.
En diciembre se cumplirán cinco años de la muerte de Coppini, un letrista y compositor libre que nos descubrió otra forma de sentir las canciones, cuando gritaba, cuando alargaba las palabras con una hondura diferente. Su música formaba fantasías escapistas atestadas de moscas, vírgenes, maniquíes, reclusas y desconocidos que un día fueron amigos. Era cuando todavía no habían llegado los malos tiempos para lírica.