A veces ocurre. Da igual lo que pase a tu alrededor que eres incapaz de soltar el asunto en el que te hayas enredado, como un perro que se engancha al brazo protegido de su adiestrador. Y muerde, y muerde...Entiéndase brazo como un problema, una obsesión o simplemente el tema que se adueña de nuestra mente full time. Hace unos días me enredé con los Jagger. Debía presentar y entrevistar a Bianca Jagger en el Santander Women Now que se celebró en Madrid. Una mujer que con solo mirarte consigue que te acuerdes hasta de los deberes que no hiciste cuando ibas al colegio. Si le ha costado tanto que la gente deje de asociar su apellido a una etapa ya superada de su vida, no iba a ser yo la que volviera sobre lo que más le irrita: que cuarenta años después de su divorcio todavía le pregunten por el líder de los Rolling Stones.
Así que nuestra charla discurrió por el feminismo, las conquistas de la nueva lucha, las frustraciones y los sufrimientos de su Nicaragua natal, ayer con el dictador Somoza y hoy con Ortega. Todo habría sido diferente si Bianca y yo nos hubiéramos encontrado tres días después, cuando se conoció que la banda británica suspendía los conciertos de su gira 'No Filter' por EEUU y Canadá. Mick Jagger necesitaba tratamiento. Luego nos enteramos de que iban a sustituirle una válvula del corazón. Al bisabuelo rockero se le acabó por una temporada lo de viajar y pegarse sus espasmódicas carreras por escenarios de medio mundo. Yo seguía inmersa en el bucle. Me sentía una intrusa en la familia del inglés. Y entre una cosa y otra, recordé a Keith Richards en el documental 'Under the Influence', contando con su áspera risa de 'perro pulgoso' cómo se gestó el nacimiento de los Stones. En un tren de Dartford, Richards y Jagger casi adolescentes comparten su admiración por Chuck Berry y Muddy Waters. Antes de su operación en Nueva York Jagger había adelantado material inédito del grupo y Richards anunciaba la reedición de 'Talk is Cheap' 30 años después de aquella escapada en solitario que acabó en otra magistral locura blusera del guitarrista. Jagger nos acaba de dejar más tranquilos. Nos envía una foto con gorra gris y deportivas después de la operación. La titula: un paseo por el parque. Con ella remarca su dureza genética, el paréntesis aún sin final.