En el polígono industrial Cobo Calleja, donde se concentran más de 500 almacenes en los que trabajan unos 10.000 asiáticos y se genera una cifra anual de negocio de unos 870 millones de euros, es muy complicado encontrar un ciudadano chino que explique el funcionamiento de este mercado. “Después de la Operación Emperador todo el mundo tiene miedo” cuenta a Adela un joven propietario de uno de los almacenes. “Ahora hay poca gente. Antes teníamos clientes de otros países, como Francia, Alemania, Bélgica o Marruecos, pero ahora mucha gente no se atreve a venir”.