España es uno de los países del mundo que celebra la Semana Santa con más devoción y la periodista Adela Úcar ha decidido vivirla al máximo, hasta el punto de convertirse en una penitente más. Para ello, ha vivido de cerca y ha compartido el fervor de distintas hermandades, ha sido portadora de trono en una procesión en Málaga, ha visitado la localidad bosnia de Medjugorje para asistir al lugar donde los fieles aseguran que se aparece la Virgen e incluso ha realizado un duro vía crucis. El resultado de esa experiencia podrá verse en “21 días de penitente”, título de la nueva entrega del programa de reportajes que Cuatro emitirá el próximo jueves 27 de marzo (00:30h).
El 72% de los españoles, más de 33 millones, se considera católico; de ellos, siete millones de personas reconocen ser practicantes. En nuestro país existen 8.500 cofradías o hermandades cuyos miembros no conciben la vida sin la fe religiosa. Para ellos, los días de Semana Santa no son una festividad más, sino los más importantes del año, y se preparan durante doce meses para vivirlos.
Via crucis de Jerez de los Caballeros
Adela Úcar se desplaza hasta Jerez de los Caballeros, en Badajoz. Allí se enfrenta a uno de los ritos más duros de la Semana Santa española: el vía crucis. Durante dos horas anda descalza por las angostas y serpenteantes calles de este municipio, arrastrando unas cadenas y portando una viga de madera sujeta al cuerpo con una cuerda, junto a un velo cubriéndole la cara y la corona de espinas.
Su guía en el mundo de los empalados es Juan José, un miembro de la cofradía de la Hermandad de Penitentes del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que lleva catorce años consecutivos saliendo en la procesión, motivado por una promesa. “Lo hago desde la fe”, afirma Juan José. “Soy una persona de profundas creencias religiosas y quiero emular el sufrimiento de Jesús camino del calvario”.
Para ser empalado hay que tener fuerza física y mental. La cuerda que llevan atada al cuerpo dificulta la respiración y la circulación en los brazos lo que, unido al esfuerzo del recorrido, le convierte en una procesión de alto riesgo para cuya participación es necesario un certificado médico y cuyas señas de identidad son el silencio y la sobriedad.
Juan José ha tenido que enfrentarse a la incomprensión de los suyos por esta práctica: “Mi familia no lo acepta. Mi hermana piensa que no tiene sentido y mis hijos han dejado de venir a la procesión”.
Málaga, cofradía del Dulce Nombre
En la capital andaluza, la periodista vive junto a Gema, Hermana Mayor de la cofradía del Dulce Nombre, y su familia todos los preparativos para la procesión de esta hermandad el Domingo de Ramos. Está con ellos el día en el que se realiza el reparto de túnicas y conoce de primera mano la devoción de los cofrades.
Gema es una de las pocas mujeres que ostentan en España el cargo de Hermana Mayor. Con alrededor de un millar de hermanos, hombres y mujeres, Gema es consciente de su responsabilidad: “Me mueve el sentimiento hacia mi cofradía. A las cofradías se viene a trabajar y a servir. Cuando salen tus titulares por la calle, sientes la emoción del trabajo de todo un año”.
Para ella, “ser cofrade es una forma de vida. Más de media vida mía está aquí”. Adela participa en la procesión como portadora de trono durante las ocho horas que dura todo el recorrido. Para ello, debe entender previamente esta forma de vivir la Semana Santa y convive durante unos días en casa de Gema, donde conoce al resto de su familia. Tanto su marido como sus hijos viven estos días con la misma intensidad. La periodista descubre que no hay un solo rincón de la casa donde no esté presente la imaginería religiosa.
Visita al santuario de Medjugorje
Muchos creyentes afirman que la Virgen lleva 31 años apareciéndose cada día en la localidad de Medjugorje (Bosnia Herzegovina) desde que seis niños aseguraron verla por primera vez. Sin embargo, la Iglesia no reconoce una aparición mariana hasta que ésta deja de producirse. Adela viaja a este lugar de culto acompañada por Adriana, una madre de familia madrileña devota de esta Virgen que, según explica, le ha curado varias enfermedades graves, entre ellas un cáncer.
“Soy devota porque ha hecho una serie de milagros, tanto en mí como en mi familia”, afirma Adriana. “Fui a verla como una simple promesa, pero me enamoré de ella. Me llenó el corazón cuando más vacío lo tenía, debido al fallecimiento de mi madre”.
Adriana reza cada noche junto a su marido y sus hijos, que suelen planear varias visitas a Medjugorje al año. “He ido todas estas veces para dar gracias a la Virgen por toda mi familia. He pasado por varias circunstancias especiales: no puedo dar más que gracias a Dios y, para mí, cada día es un regalo”.
Este lugar de peregrinación ha recibido hasta ahora más de 30 millones de personas de todas partes del mundo y su número bate récords cada año. Durante la guerra de los Balcanes, en 1991, este lugar quedó intacto de los bombardeos y hoy en día, para muchos devotos, la Virgen sigue apareciéndose todas las tardes ante una vidente. Después de esta visita, la periodista regresa a España con la convicción de que, al margen de cuestiones religiosas, en Medjugorje “pasa algo especial”.
Tras su experiencia como penitente, Adela ha cambiado su actitud hacia la Semana Santa. "Para el que lo ve desde fuera, la penitencia puede parecer un acto de fe, las procesiones una tradición, pero tras pasar 21 días en este mundo he visto que esto es una forma de vida. Lo que vemos en las procesiones es el resultado de un año entero de trabajo de miles de personas dedicadas a ello. Y esa dedicación sale de la fe, la devoción y el sentimiento”, afirma la periodista para concluir: “Para mí ha sido emocionante ver la entrega de la gente en sus penitencias. Más allá de ser creyente o no, es emocionante ver a tantas personas entregadas con tanta pasión a algo que aman y que es una de las grandes tradiciones de nuestro país”.