Hace 9 meses Meritxell Martorell se desplazaba con el equipo de '21 días' para experimentar la desgarradora experiencia de un refugiado. Desde Lesbos a Colonia, la periodista recorría la ruta que cientos de miles de refugiados tratan de realizar desde que tocan tierra en la isla. Ahora Meritxell ha decidido contar la historia paralela al reportaje en la que se enamoró y huyó de los límites fronterizos para Vice. En su trayecto conoció a Sabber, un yazidí del kurdistán iraquí perseguido por el Estado Islámico por no convertirse al Islam.
En una de las últimas paradas de su trayecto Meritxell se topó con Harud. En una gasolinera de Polikastro, a 25 kilómetros de Idomeni, los refugiados se manifestaban al comprobar que la República de Macedonia había decidido cerrar su frontera. Entre tantos carteles y súplicas con rabia se encontraba Harud, un joven "alto a la par que exótico y atractivo". Le ayudó a sujetar su cámara y se interesó profundamente por su historia: "Le sorprende que una periodista esté durmiendo en el mismo autobús que los refugiados" explica Meritxell, "no había visto antes ningún programa de periodismo vivencial."
Entre tanto interés hacia la profesión de Meritxell, Harud también confesaba la suya: periodista "aunque se define como activista y defensor de los derechos humanos". Sin embargo, ante el interrogatorio de Meritxell, descubría la verdad: "Le pregunto para qué organización trabaja y venera mi inocencia. 'Soy refugiado', me dice todavía con una sonrisa. No ha venido a cubrir ningún reportaje. Lleva más de dos años separado de su familia, está solo."
Mientras ambos esperaban en Polikastro una respuesta de la frontera de Idomeni con Macedonia, compartieron desayunos, durmiendo en autobuses, los dos iban descubriendo los motivos por los que habían ido a parar allí: "Tuvo que huir de Irán por miedo a ser ejecutado: había publicado varios artículos en contra del régimen iraní y, aunque lo hizo siempre bajo seudónimo, las amenazas empezaron a asustarle" relata la periodista mientras rememora cómo poco a poco su relación cogía intensidad entre cafés aguados: "Saca su Iphone y me enseña fotos antiguas. Aunque el cansancio y la constante lucha por sobrevivir lo han castigado en los últimos meses, me sigue pareciendo más atractivo ahora. Tiene 30 años, pero su mirada parece mayor."
Cinco días después, Sabber traía la esperada noticia como una exhalación: "Con los ojos llorosos me dice que salimos ya, que nuestro bus ha sido elegido para cruzar la frontera. ¡Nos vamos! Pido un segundo al conductor, quiero ir a despedirme de Harud." Sin embargo la despedida no tuvo lugar. Como si el destino hubiese querido continuar la historia, en la llegada a Idomeni, ella y Harud volvían a encontrarse: "Confiesa que me estuvo buscando en todos los autobuses como loco, no podía creer que no hubiera ido a despedirle." Sin embargo su reportaje terminaba y llegaba el momento de las despedidas:
De vuelta a España, lejos de Harud, tanto el joven como la familia de Sabber no salieron de la mente de Meritxell: "Me duermo pensando en Harud y a la mañana siguiente recibo la noticia de que ha llegado a Hannover, Alemania. Casualmente Sabber y todo el grupo de yazidíes han sido destinados a la misma ciudad y llegan por la tarde. No lo dudo ni un segundo, me compro un vuelo a Alemania." El reencuentro entre la pareja se producía: "Quedo con Harud en la estación de trenes y cuando lo veo me tiro a sus brazos de un salto, está sano y salvo. Recorremos la fría ciudad alemana y vivimos nuestra historia intensamente. Somos inocentes y abrazamos ese momento mágico para no dejarlo ir jamás."
Sin poder esperar los seis meses necesarios para que Harud puediera completar los trámites necesarios para viajar a España, Meritxell decide cambiar las tornas: "Veo que hay un coche que sale mañana de Hannover hacia Barcelona. Sin duda alguna es el destino. Adiós al avión. Llegamos a mi ciudad, drogados de ilusión y de desconocimiento, imprudentes e insensatos como nunca."
Sin embargo no todo fue tan perfecto como esperaban. Descubrieron que lo que habían hecho incumple la normativa. Además la llama se fue apagando y ambos reflexionaron con la frialdad que necesitaban: "Harud decide volver a Alemania, hacer las cosas legalmente y dejar que el tiempo pase". De vuelta en coche hacia Alemania, ocurre lo peor: "Recibo un mensaje del conductor de coche diciendo que Harud ha sido detenido en la frontera de España con Francia. Le han sacado el móvil y está en la cárcel."
Por suerte la historia terminó bien. Tras 21 días supo que Harud estaba libre en Francia, el reencuentro vuelve a sucederse: "A día de hoy Harud está viviendo en Lyon, ha conseguido trabajo en Amnistía Internacional y está cumpliendo su sueño de trabajar en Europa como representante de Derechos Humanos."