Mujeres que visten con burka y caminan varios metros por detrás de los hombres; niñas que no han hablado con más hombres en su vida que su propio padre; más de 600 preceptos y normas religiosas marcadas por la ley del pueblo judío, la Tora, que se han de seguir a rajatabla; y hasta incluso una conversación cara a cara donde jamás se producirá un intercambio de miradas. Estas son algunas de las realidades con las que tendrá que convivir Meritxell Martorell en la próxima entrega de ’21 días’, centrada en los judíos ultraortodoxos, que Cuatro emite mañana viernes, 22 de abril, a partir de las 23:00h
La reportera viajará hasta Nueva York, donde se estima que un 30% del millón y medio de judíos de la isla son ultraortodoxos. Es el caso de los Kirszenberg, una familia compuesta por Yossef y su esposa Rochie y sus 9 hijos, que acogerá durante su estancia en la ciudad a Meritxell. “Hace unos 100 años atrás a alguien se le ocurrió que la forma correcta de llamar al judío que observa todos los preceptos se le llame ‘ortodoxo” cuenta Yossef, rabino y cabeza de familia, “significa ‘que cumple todas las cosas”.
Meritxell se adapta a las costumbres de la familia, algunas de ellas chocantes como las referentes al recato o al contacto físico. Las mujeres llevan faldas por debajo de la rodilla, ocultan sus brazos hasta el codo y su pelo bajo pañuelos o pelucas desde el mismo momento en que se casan. El pelo natural se considera sensual y únicamente puede contemplarlo el marido. Antes del matrimonio las parejas no pueden darse siquiera la mano. “Nuestra religión quiere que uno, cuando mire a una persona, la mire como a una persona y no tenga otros pensamientos” explica Yossef.
La convivencia con los Kirszenberg permite vivir en primera persona a Meritxell un día de Sabbath, la fiesta judía, acompañar a Yossef a su trabajo, supervisor de alimentos kosher, revisados y aptos para el consumo por parte de la comunidad judía según los preceptos religiosos, y asistir a la celebración de un congreso exclusivamente masculino que cada año celebran rabinos de todo el mundo y que esta vez congregó hasta 6.000 para difundir su religión.
De Brooklyn a Guatemala para convivir con una de las comunidades más radicales del mundo: los Lev Tahor.
Tras su paso por la Gran Manzana, ’21 días’ viajará hasta Guatemala. En el país centroamericano vive una de las comunidades más estrictas en cuanto a la interpretación del judaísmo: los Lev Tahor.
Su marcado antimilitarismo y antisionismo ha convertido a esta comunidad judía en enemigo del gobierno israelí. Moshe Abraham Santos, el rabino que acogerá a Meritxell, tratará de explicárselo sin siquiera mirarle a los ojos, ya que el contacto entre hombres y mujeres no está permitido ni a nivel visual. De hecho, la reportera deberá guardar ocho pasos de distancia para acompañarlo por la calle, cubierta por completo con un burka. “Preferimos, para guardar la santidad del hombre, cubrirnos nosotras la cara” cuenta Yoheveth, la esposa de Moshe.
Hombres y mujeres viven separados, aún en el mismo edificio y hasta las escaleras cuentan con una cortina divisoria para que no haya contacto entre sexos. Las normas de recato son extremadamente estrictas, con niñas que visten de negro riguroso de pies a cabeza, que nunca han tratado a otro hombre que no sea su padre y que ya son conscientes de que no podrán ser jamás bailarinas o maestras. Los clásicos sueños de niñez se han tornado, en este caso, en más de 8 horas de rezos diarios.