21 días en una chabola
CUATRO
22/04/200917:30 h.21 días, el programa mensual de reportajes de Cuatro, apuesta ahora por otro tema de fuerte calado social: el chabolismo. Para ello, Samanta Villar compartirá su vida con los vecinos de El Vacie, el barrio chabolista más antiguo de España: 76 años de infraviviendas a unos dos kilómetros del centro de Sevilla.
Samanta Villar compartirá con ellos trabajo, casa y comida, durmiendo en una de las 50 chabolas o de las 90 casas prefabricadas que componen ahora el arrabal, para así poder mostrar su realidad en 21 días.
A lo largo de sus 21 días, la periodista contará con el apoyo de Rocío y Manuel, dueños de la chabola donde dormirá. El matrimonio tiene siete hijos y llevan más de treinta años viviendo en el asentamiento. Samanta tendrá que compartir el espacio de la chabola con el matrimonio y cuatro de sus hijos, además de dos nietos y una paya y sus tres hijos a los que han acogido en su 'hogar'. Su día a día será muy duro. Tendrá que conducir la furgoneta de Manuel y ayudarle a recoger chatarra. Con Rocío compartirá las tareas de la casa, como lavar a mano la ropa e ingeniárselas para dar de comer a una familia casi sin recursos.
También conocerá a Pinto, de 29 años, el hijo mayor de Manuel que ha conseguido salir de El Vacie. Se casó con una paya, Patricia, y vive fuera del asentamiento, está totalmente integrado en su nueva vida y tiene un hijo de tres meses.
Poco a poco irá descubriendo los secretos de supervivencia en El Vacie. Descubrirá cómo los seis patriarcas toman las decisiones del poblado y el respeto que inspiran en sus vecinos. Saldrá con uno de ellos y con sus dos galgos a cazar liebres para poder comer ese día.
Samanta aprenderá además el poder que tiene la Iglesia Evangélica en el poblado gracias a los cultos que se celebran en una chabola del asentamiento.
Pero en El Vacie no todo son penurias. Descubrirá que los niños pueden olvidarse durante unas horas de dónde viven gracias a su equipo de fútbol y que hay gente como Isabel y Francisco que se ganan la vida como guardas jurado sin necesidad de tener que vender flores en un mercadillo.