O se evoluciona o se tiende a la extinción
He tenido recientemente una experiencia bastante chocante y me gustaría compartirla con ustedes, por si les sirve de algo.
Regresaba yo de Bilbao, en solitario, de la exposición que hemos tenido. Tuve que pasar por Vitoria, que es la ciudad donde yo nací y donde tuve mi infancia, que estoy seguro que es la verdadera patria de una persona, donde se fundamentan todas las sensibilidades y todas las emociones. Y entonces, por una cuestión de tráfico puntual, yo creo que a veces la casualidad es así, te lleva por caminos por algo, tuve que dar la vuelta a una manzana. Y precisamente, ante ese follón de turismos, pude ir tranquilamente rodando por mi viejo barrio, que hacía mucho que no volvía. Y el shock fue increíble. Una ciudad tranquila como Vitoria, donde por lógica los establecimientos, los lugares tienen que ir evolucionando a mejor, es ley de vida. Y lo lógico es que pases por un sitio y ya no reconozcas casi nada.
Pero, curiosamente, y por lo menos en mi barrio de Vitoria, rodando lentamente, con lo cual pude ser bastante consciente de lo que pasaba, me empecé a dar cuenta de que no es que muchos comercios ya no existiesen, sino que seguían los mismos toldos, una peluquería concreta a la que yo iba, una pescadería concreta, una carnicería concreta, una panadería concreta, una zapatería concreta… seguían los toldos, pero los pequeños comercios estaban casi todos, el 90% me atrevería a decir, como tapados con maderas, con cartelones de se alquila o se vende, peor me dio la sensación de que ese final había llegado hace muchos años.
Entonces, tuve la sensación que todo lo que viví de niño podía haber sido un recuerdo que nunca existió realmente, como un sueño. No tenía pruebas para decir aquí he estado yo, porque todo estaba cambiado, aunque se mantenía como un esqueleto antiguo. Me impactó muchísimo ver que ni siquiera las personas eran como yo las recordaba, evidentemente. Me dio la impresión de estar en cualquier otro barrio de cualquier otro país.
Entre ese impacto de los comercios, que me dio a entender a mí que por lo menos en algunos lugares va a ser muy difícil que el comercio pequeño sobreviva porque todo está en permanente cambio. Y no sólo eso. En ese mismo viaje, y en otros, me he ido fijando en las carreteras el eterno lugar de descanso en carretera de comida. Parece que ya no se para mucho en carretera, porque han mejorado mucho, una evolución lógica, han mejorado los transportes, pero veía lugares en la vera de la carretera, que se creían lo mejor de aquel momento cerrados.
Entendí que todo hay que sacar una vertiente positiva y es que uno no se puede quedar parado nunca, porque lo que pensaba que era lo lógico, ya no existe, se ha esfumado. En este mundo tan rápido, o uno evoluciona y no se queda antiguo, o tiende a la extinción. Hay que evolucionar permanentemente, lo que no evoluciona no vale.